domingo, 23 de agosto de 2009

La sabiduria de un corazon roto

Como medico es mi objetivo sanar el cuerpo humano. Al estudiar su compleja belleza puedo en ciertas ocasiones curarlo o en otras disminuir el dolor. Pero existen heridas que si bien no podemos observar, tardan mucho en sanar. La desilusión de los planes destruidos, las ausencias devastadoras, el fracaso de una empresa, los anhelos no cumplidos, las soledades y al final el dolor de un corazón roto. Esa parte suave y delicada que se evidencia a si misma cuando las tormentas de la vida irrumpen y nos tumban
La herida esta sensible y sangra. Pero en ese momento tenemos un destello de claridad, el golpe nos ha arrancado de tajo nuestro ego. En ese momento deje de ser tal o cual cosa, es aquí donde nos volvemos tan humanos como cualquiera, tan lastimados como cualquier ser que ha amado en toda la historia del mundo. En ese momento entendemos el hilo que nos une, y es que el sufrimiento lejos de amargarnos o desilusionarnos, nos debe volver más sensibles. Esta es quizás la sabiduría del corazón roto, la valentía de atreverse y lanzarse a pesar de dolor y del miedo. Porque de este corazón roto puede surgir enojo, resentimiento y odio, pero debajo de todo eso hay genuina tristeza, la inocencia de un niño abandonado. Esto nos puede hacer humildes cuando somos arrogantes y amables cuando somos groseros. Porque hemos descubierto algo en nosotros mismos que existe en todos, aquí nos empezamos a identificar con la humanidad, porque al descubrir esto en nosotros lo podemos ver en los demás, y al sentir compasión por nosotros mismos lo podemos hacer por todos. Y esta es la iluminación, la experiencia de la realidad misma, directa sin seguros, armaduras o estrategias. Y empezamos a abrir el corazón poco a poco, y entendemos que no tiene fondo, que puede tolerar todo lo que surja de la vida: lo bueno, la malo, lo amargo y lo mágico.
La vida nos da la opción tal vez de irnos protegiendo, de atrincherarnos en nuestro ser y de pensar que así somos felices. Creamos barreras, candados y limites. Todo para no sentirnos lastimados. Pero también podemos se curiosos e ir mas allá del terreno conocido, el sendero espiritual consiste en aventurarnos a ir mas allá de la esperanza y del miedo, de aceptar las experiencias y dejar que penetren a nuestro corazón. Esta es la valentía del sendero, por eso los que buscan son guerreros, porque implica seguir el corazón y esto es en si muy inconveniente, es hacer un brinco al vacio y desafiar todo lo que pensamos seria nuestra vida y aceptar lo que está destinado para nosotros.
Dijo Joseph Campbell que la vida es una caída, que el secreto para convertir nuestro infierno en un paraíso es hacerlo una caída voluntaria. Aun no he dilucidado por completo estas sabias palabras. Pero puedo decir, que es, entregarse a todo dejarlo pasar y no aferrarse porque siempre estamos en transición un momento llevando a otros, cada uno fresco y nuevo con la renovada esperanza y la nueva oportunidad de hacerlo mejor, de crear mejores sueños. Y entender la delicada sabiduría del universo y de la metáfora de lo eterno en nuestra finita existencia y de vivir con valentía y morir sin arrepentimiento.

3 comentarios:

  1. pfffff pero la cosa esta en entender la sabiduría... yo sigo sin comprenderla.. eso se lo dejo a seres mas elevados..

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  2. Lo increiblemente dificil es poder serenar la mente para escuchar a nuestra alma... una vez conseguido ese increiblemente dificil paso nos convertimos en guerreros y defensores de los sentimientos, de la fe y el amor.

    Lo increiblemente dificil esta en el confiar que lo que sentimos es genuino y digno de perseguir...

    Con palabras tan precisas como las que publicas mi amigo es mas sencillo poder conseguir ese paso y contemplar las maravillas del alma.

    Un abrazo.
    JoePollo

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  3. Debo confesar que empezé a leer este post con un poco de escepticismo ante un título que por muchos ángulos puede ser visto como cursi, pero mientras seguí leyendo las palabras resonaban dentro de mé con ese sonido pocas veces oído de la verdad. Te felicito Dr. Monje

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